lunes, 16 de julio de 2012

LECCIONES APRENDIDAS DEL CONCEPTO: NACIONES VERSUS REDES


Las fuerzas militares israelíes son de las mejores del mundo. Pero Hezbollah, con la disciplina y ferocidad de sus combatientes y la capacidad para situar armamento avanzado, tomo a Israel por sorpresa. Esa sorpresa sorprendió a Washington  y a las FF.AA de Estados Unidos. A funcionarios estadounidenses les preocupo no estar preparados para el estilo de hacer la guerra de Hezbollah y que otros terroristas aprendieran los éxitos de Hezbollah. Por lo tanto, Estados Unidos ha estudiado el conflicto de cerca en busca de lecciones para aplicarlas en sus propias guerras. Los planificadores militares sugirieron al Pentágono estudiar el manual de Hezbollah sobre operaciones ágiles de unidades pequeñas.

Estados Unidos e Israel han combatido a ejércitos convencionales de naciones estado y a intangibles organizaciones terroristas. Pero Hezbollah, con la sofisticación de un ejército nacional (casi hundió un barco de guerra israelí con un misil crucero) y la invisibilidad letal de un ejército guerrillero, es un híbrido. Las viejas etiquetas y la vieja planificación no sirven. Ciertamente su estilo de combate del siglo XXI es conocido, en papel. El estilo tiene sus propias etiquetas, incluida guerra de redes, o "net war", o guerra de cuarta generación: "Ahora estamos en la primera gran guerra entre naciones y redes", sostiene John Arquilla, profesor de análisis de defensa de la Escuela Naval de Posgrado.
Arquilla describe cómo las fuerzas militares tradicionales están organizadas en una jerarquía estricta, de generales a soldados rasos. En contraste, las redes hacen plana la estructura de mando. Están distribuidas y dispersas, son ágiles, móviles y tendientes a la improvisación. Esto las hace efectivas y difíciles de rastrear o de atacar. Una guerra de redes difiere de todas las guerras previas, que fueron enfrentamientos brutales de fuerzas, masa contra masa; lo que Matthew Arnold llamó contiendas sangrientas de "ejércitos ignorantes" que se encuentran en la "oscura planicie". La guerra de redes es la batalla de muchos organizados en pequeñas unidades, contra fuerzas militares convencionales que organizan a sus muchos en unidades grandes.


Estas fuerzas de redes no son ignorantes. Tienen conocimientos de computación, propaganda e Internet, y son capaces de disparar armas complicadas para causar gran impacto. "La cantidad de información es típica en este tipo de insurgencias", dice Daniel Benjamin, del Centro para Estudios Estratégicos. "En Irak, por ejemplo, las lecciones sobre cómo construir y colocar dispositivos explosivos improvisados se han extendido y asimilado en tiempo récord". Hezbollah pasó los últimos 6 años dispersando unos 12.000 cohetes  en todo el sur del Líbano en una vasta red de sitios ocultos, todos divididos en zonas locales con un mando independiente: "Cavaron túneles. Cavaron bunkers, establecieron sistemas de comunicaciones: teléfonos celulares, radios, incluso mensajeros que no son susceptibles de intercepción electrónica", explica un militar con experiencia en Oriente Medio. "Dividieron el sur del Líbano en zonas militares con muchas unidades pequeñas que operan independientemente, sin necesidad de control central".

Para atacar a Israel, Hezbollah dispersó a sus combatientes sin marcas, uniformes o vehículos distintivos. Los combatientes tienen acceso a las armas sólo en el momento del ataque, y luego desaparecen. Esto hace casi imposible evitar el ataque. Es una modernización importante de las clásicas tácticas guerrilleras de atacar y huir. Israel ha sido incapaz de degradar significativamente el número de cohetes debido a este enfoque. Hezbollah disparó más de 100 al día al inicio de este conflicto, y siguieron disparando más de 100 diarios pese al bombardeo israelí.
Hezbollah aplico los aspectos más peligrosos de una red terrorista intangible. No se apega a las reglas de la guerra ya que ataca indiscriminadamente a civiles. Los ataques contra sus posiciones conllevan un alto riesgo de matar a inocentes. Al mismo tiempo, ha alcanzado las capacidades y otros atributos importantes de una nación estado. Tiene territorio y escaños en el gobierno libanés. Utiliza armas de alta tecnología y posee el poder de ataque para amenazar a toda la población de una superpotencia regional, o al menos a aquellos en la mitad norteña de Israel. Aunque Hezbollah ha surgido como un nuevo tipo de amenaza, no puede olvidarse que la red es una creación de Irán, con el apoyo de Siria, y ambos países saben que no pueden atacar a Israel o los intereses estadounidenses directamente.

El gobierno norteamericano de Bush debatió en su oportunidad internamente si el mejor curso de acción contra Irán y Siria era negociar con ellos, aislarlos o hacer algo más fuerte. Para este último caso, los planificadores del Pentágono predijeron que las fuerzas militares estadounidenses  enfrentarían un conflicto mucho menos convencional que el de las columnas blindadas que invadieron Bagdad y derrocaron a Saddam Hussein. Irán adiestró a Hezbollah, y puede combatir como Hezbollah. También de gran interés en la amenaza militar de estas redes es que algunas de las tecnologías más importantes alguna vez casi bajo control monopólico de las fuerzas armadas estadounidenses ahora están disponibles, entre ellas lentes de visión nocturna de alta calidad y dispositivos de posicionamiento global. "Estamos hoy en un mundo en que tenemos a un actor que no representa a un Estado usando todos los instrumentos del armamento", desde aviones no tripulados hasta cohetes y dispositivos para hackeo computacional, dijo P.W. Singer, miembro del Instituto Brookings que se especializa en el impacto de las nuevas tecnologías en la seguridad nacional. "Así es como lucirá esta nueva guerra del siglo XXI. Ahora hemos entrado en una era en que los no estados o casi estados se desempeñan mejor militarmente que los estados". Añadió: "No pienso que tengamos respuestas todavía en cuanto a qué hacer".

Estados Unidos también tiene que tomar en cuenta el alcance global de Hezbollah, a quien se le culpa de los ataques a blancos judíos en Argentina en los 90, y sus células operan en América Latina, todo Oriente Medio y el Sudeste  Asiático. Oficiales militares y expertos académicos admiten que Estados Unidos necesita una red para combatir a una red, como hicieron en Afganistán para desarraigar a Al Qaeda, cuando oficiales de espionaje y pequeños grupos del Ejército trabajaron con combatientes locales para realizar devastadores ataques aéreos y derrocar al talibán. Además, el combate contra grupos como Hezbollah requiere una estrategia para hacer frente a sus patrocinadores. Estas redes, incluida Hezbollah, no flotan en el éter como electrones libres que chocan entre sí.

Se atan a territorios. En Afganistán fue con el pleno apoyo del talibán. En Pakistán es un espacio ingobernado. En Líbano es un estado dentro de un estado. Si se les interrumpe el apoyo estatal o se elimina la capacidad de las redes para sobrevivir en áreas ingobernadas, colapsan por sí mismas. No se ha escrito una solución. Pero incluiría la fuerza militar junto con diplomacia, asistencia económica, espionaje y campañas de información: "Tenemos que mejorar en ganarnos corazones y mentes", opina un oficial que trabaja en asuntos de contrainsurgencia. "Es decir, influir en poblaciones neutrales para que nos apoyen y no apoyen a nuestros enemigos terroristas e insurgentes".

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