Los autores
de Cybersecurity and cyberwar creen que el caso Snowden puede restringir las
libertades en internet en el mundo.
Apenas iniciado el acto de lanzamiento del libro Cybersecurity and cyberwar
auspiciado por la Brookings Institution, el lunes pasado en Washington, uno de
los autores, Peter W. Singer, entregó un dato elocuente a la hora de medir la
ignorancia sobre el tema que reina en las altas esferas: “Tenemos a un ex
director de la CIA admitiendo que nunca había lidiado con un asunto, el de la
ciberseguridad, sobre el cual la gente sentada a su alrededor -los que toman
las decisiones más importantes del mundo- supiese menos”.
Por el lado del Poder Legislativo, la situación tampoco se ve halagüeña:
desde 2002 que el Congreso estadounidense no promueve un cuerpo legal relevante
en cuanto a ciberseguridad.
En referencia a las filtraciones de Edward Snowden, hoy asilado en Rusia,
Singer advirtió que hay que distinguir diferentes categorías entre el grueso
del material dado a conocer por el ex contratista de la Agencia de Seguridad
Nacional. En primer lugar, sostuvo, hay un espionaje “inteligente y sensible”
en contra de los enemigos de EE.UU. Luego vienen casos “cuestionables” (legal y
políticamente hablando): la vigilancia que involucra a ciudadanos
estadounidenses a través de resquicios, tretas o torceduras de la ley. Y, en
tercer lugar, están aquellas situaciones que el autor tildó de “estúpidas”. “No
hay otra forma de definir”, agregó, “la recolección de inteligencia efectuada
sobre aliados cercanos”.
Según Allan Friedman, el coautor del libro, una de las peores consecuencias
internacionales del caso Snowden sería la “balcanización de internet”: los
países podrían empezar a defender en la red no sólo lo que consideren sus
intereses nacionales (en Rusia hay más de 94 mil sitios web prohibidos), sino
que también pujarían por imponer su propia tecnología. “Esto significaría que
cada fabricante de productos computacionales tendría que adecuar un chip específico
para cada uno de estos países, lo cual, ciertamente, implicaría un retroceso
tremendo y un golpe a la libertad actual”.
El gran desafío actual del gobierno estadounidense es reclutar a los más
destacados talentos en IT (information technology) de la plaza. No obstante,
aclara Singer, hoy muchos actores eminentes de Silicon Valley sienten que las
agencias gubernamentales están en guerra con ellos y que, en vez de buscar la
cooperación, azuzan la desconfianza (el gobierno sólo consigue contratar a un
10 por ciento de los profesionales de excepción en IT que necesita).
Ambos autores apuntan a que la política ofensiva del Pentágono es errada
(“Si nos hackeas una vez, te hackearemos 100 veces”). Hay que protegerse,
argumentan, antes que atacar. Esa debiera ser la principal estrategia de la
ciberguerra. Los raptos paranoides tampoco ayudan: según cierto comunicado del
Pentágono, un grupo de jóvenes cualquiera tendría la capacidad de lanzar un
ataque armado mayor si es que así se lo propusiera, algo que, en opinión de
Singer y Friedman, es imposible que ocurra.
Volviendo al tema de la ignorancia en las altas esferas, es decir, entre
quienes toman las decisiones y modelan las políticas en este país, Singer
adelantó que en su libro figuran “grandes y maravillosas anécdotas” al
respecto. Como la de un alto diplomático estadounidense encargado de las
negociaciones de internet con China, quien antes de emprender su misión les
preguntó a los autores qué era un ISP (proveedor de servicio de internet).
El libro también derriba mitos, entre otros, el del tan mentado
ciberterrorismo: “Se han escrito más de 30 mil artículos referidos a este
tópico, pero hasta el momento nadie en el mundo ha muerto a causa de un ataque
ciberterrorista”, dijo Singer.
Estimado como está, la verdad es que los que mencionan los autores es un poco tramposo, porque si bien es muy importante protegerse, esto requiere de un esfuerzo mayor y se necesita de un presupuesto muy grande para operar, en cambio, con un presupuesto menor se ouede tener una gran ventaja competitiva si se realizan bien las actividades ofensivas.
ResponderEliminar