sábado, 20 de abril de 2013

Panorama: Asia-Pacífico


El crecimiento de China –que recién ha anunciado el aumento del su gasto militar en 2013 en un 10,7%–; la continuación de las pruebas nucleares en Corea del Norte y la recuperación de Japón parecen concentrar la mirada internacional en Asia-Pacífico.

El conflicto entre China y Japón por la disputa de los islotes Senkaku ha variado en su intensidad. En las últimas semanas, Japón ha denunciado una supuesta intimidación militar China de la que tiene pruebas que no divulgará por razones de seguridad, mientras Pekín lo niega. Estados Unidos ha instado reiteradamente a los dos países a que resuelvan la disputa mediante el diálogo y de forma pacífica y, según sostuvo Shinzo Abe (Primer Ministro de Japón) tras reunirse con Obama, Japón está manejando el conflicto "de una manera tranquila" y lo seguirá haciendo así. Por su parte, el Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, felicitó a Japón por sus esfuerzos para intentar impedir "una confrontación significativa" con China tras el encuentro que mantuvo con su homólogo nipón, Fumio Kishida, quien viajó a Washington junto con Abe.

Por otra parte, la prueba nuclear que realizó el régimen de Pyongyang el día 12 de febrero la tercera, tras las de 2006 y 2009– parece indicar, que se ha distinguido de las anteriores en varios aspectos: ha sido más potente (6 kilotones, en lugar de los 2 kilotones de 2009 y de 1 kilotón en 2006) y el artefacto parece que también ha sido más pequeño y ligero que en pruebas anteriores, lo que indica que Corea del Norte está dando pasos para lograr su objetivo militar final, esto es, la colocación de una cabeza nuclear en un misil balístico intercontinental (ICBM).

Ante ese panorama, EE.UU. y Japón (con la línea dura del primer ministro Abe) están mejorando su sistema conjunto de interceptación de misiles y parecen haber cedido, al haber aceptado finalmente que Corea del Norte es, de hecho, un Estado nuclear y que sus misiles son ya o están a punto de ser– operativos. Corea del Sur ha demostrado su descontento, al mostrar sus misiles Haesong-2 y Haesong-3, supuestamente capaces de protagonizar un ataque quirúrgico contra las instalaciones nucleares o la residencia de Kim Jong-un. Por su parte, China, pareciera que carece de influencia real en los dirigentes de Corea del Norte, que consideran una traición que China no haya vetado las sanciones en el CSNU. Es más, en el cálculo estratégico de los dirigentes chinos, lo peor sería un colapso del régimen de Corea del Norte, pues llevaría a una marea de refugiados y una reunificación precipitada de la península a favor de Seúl, lo que situaría a los soldados estadounidenses estacionados hoy al sur del paralelo 38 en la frontera oriental de China.

En suma, hay que seguir buscando lo esencial, que es la desnuclearización, por más que las tres pruebas hagan parecer que es un objetivo inalcanzable. Las razones son bien conocidas: riesgo alto de proliferación nuclear activa (venta de material o artefactos nucleares a otros países o a grupos terroristas) o pasiva (nuclearización de Japón y Corea del Sur); posibilidad de accidentes; y descontrol de armas nucleares (
loose nukes) en caso de desintegración del régimen. Así, descartada la opción militar, no queda más remedio que intentar revitalizar las conversaciones a seis bandas (que Pyongyang abandonó en 2008) y ofrecer seriamente a Corea del Norte un tratado de paz que sustituya al armisticio de 1953, así como ayuda económica y energética (por ejemplo, con un futuro gasoducto Rusia-Corea del Sur) y reconocimiento diplomático.

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