Rasmussen afirmó
que estas amenazas incluyen las acciones rusas contra Ucrania, la inestabilidad
y la violencia en Medio Oriente y en el norte de África y los ciberataques
alrededor del mundo.
Las
declaraciones se dan en medio de la cumbre de la OTAN, que finaliza este
viernes en Gales.
Además el primer
ministro británico, David Cameron, afirmó que su país está listo para
contribuir con 3.500 soldados para crear una nueva fuerza de reacción rápida
que pueda ser desplegada entre las 48 horas siguientes a cualquier crisis.
Este jueves se
inició en Gales la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) con un tema importante sobre el escritorio: la crisis en Ucrania por la
lucha de los rebeldes separatistas prorrusos.
Y este conflicto
ha empujado las relaciones entre la OTAN y Rusia a su punto más bajo en
décadas, en medio del temor al regreso de las suspicacias y hostilidad que
caracterizaron la Guerra Fría.
Las relaciones
se han estado deteriorando durante años, a pesar de alguna cooperación
fructífera en Afganistán, esfuerzos contra la piratería en el mar y operaciones
compartidas de mantenimiento de la paz.
La OTAN acusa a
Rusia de enviar unidades militares regulares y vehículos blindados al este de
Ucrania para ayudar a las fuerzas separatistas.
Algunos la
llaman una invasión furtiva, pero Rusia niega las acusaciones y a su vez acusa
de agresión al gobierno proccidental ucraniano.
Ampliación
hacia el Este
El fin del
comunismo originó un clamor de los políticos del este y el centro de Europa
pidiendo la membresía de la OTAN, como defensa contra cualquier agresión futura
de Rusia. También fue vista como una señal de compromiso con los valores y
normas occidentales.
En 1999 -casi 10
años después de la caída del Muro de Berlín- la OTAN admitió entre sus filas a
tres exmiembros del disuelto Pacto de Varsovia: República Checa, Hungría y
Polonia.
Otros países que
pertenecieron al antiguo bloque soviético se unieron a la OTAN en 2004: los
estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y
Eslovenia.
Se espera que el
conflicto en Ucrania acapare la atención en la cumbre de la OTAN.
Rusia quedó
particularmente molesta por la expansión de la OTAN a los países bálticos, que
antes pertenecieron a la Unión Soviética y son vistos desde Moscú como parte de
su "exterior próximo". Esa frase, usada comúnmente por políticos
rusos, implica que los antiguos estados soviéticos no deberían actuar contra
los intereses estratégicos de Rusia.
En la cumbre de
la OTAN en Gales esta semana, Finlandia -que no es miembro- firmará un acuerdo
como país anfitrión con la alianza de 28 países.
Quiere decir que
Finlandia prestará a las fuerzas de la OTAN apoyo logístico -aunque no una
base- en su territorio. Ningún país de la OTAN tiene una frontera tan larga con
Rusia.
Suecia también
decidió firmar el acuerdo, pero en una fecha aún no establecida. Los dos países
nórdicos ya cooperan estrechamente con la alianza y podrían convertirse en
miembros en el futuro.
A principios de
2008, la OTAN también consideró la perspectiva de una futura membresía a
Georgia. El Kremlin lo vio como una provocación directa, lo mismo que los
vínculos de la alianza con Ucrania.
El mes pasado,
el primer ministro ucraniano, Arseniy Yatsenyuk, dijo que pediría al Parlamento
despejar el camino para una solicitud de adhesión a la OTAN.
Una medida
similar había sido bloqueada por el expresidente Víktor Yanukóvich, amigo del
gobierno de Moscú, derrocado en febrero tras masivas protestas en Kiev.
Defensa
antimisiles
El desarrollo
-encabezado por Estados Unidos- de un sistema de defensa contra misiles
antibalísticos causó alarma en Rusia.
La OTAN arguye
que el escudo interceptor de misiles será puramente defensivo, no representa
ninguna amenaza a Rusia y su intención es impedir en el futuro cualquier ataque
con misil de un país problemático. En ese sentido, Irán y Corea del Norte son
vistos como amenazas potenciales a la seguridad occidental.
Rusia deseaba
una sociedad de iguales con la OTAN en el desarrollo de ese sistems. Pero esa
opción no prosperó y la alianza está comenzando a desarrollar los interceptores
de misiles y radares en Rumanía, República y Polonia.
En diciembre de
2013, Rusia desplegó misiles tácticos móviles Iskander
Conflicto
en Georgia
La breve guerra
de Rusia contra Georgia en agosto de 2008 agrió las relaciones con la alianza.
Durante la
guerra, Rusia respaldó a los separatistas en dos regiones secesionistas de
Georgia: Osetia del Sur y Abjasia. Rusia aplastó a los militares georgianos,
que habían tratado de reocupar Osetia del Sur.
Rusia envió
soldados a Georgia -en algún momento muy cerca a la capital, Tiflis- y
Occidente calificó las acciones de Moscú de desproporcionadas. Posteriormente,
Rusia reconoció a las dos regiones como independientes, pero en realidad es un
conflicto congelado, pues no han sido reconocidas internacionalmente.
La alianza
suspendió el Consejo OTAN-Rusia creado en 2002, luego de lo cual Rusia
suspendió la cooperación militar con la OTAN. Las relaciones se descongelaron
al año siguiente.
Conflicto
en Kosovo
Rusia -un aliado
histórico de Serbia- ha apoyado incondicionalmente a Belgrado en el tema de
Kosovo.
Serbia nunca
aceptó la secesión de Kosovo -lograda con ayuda de la OTAN en 1999- aunque
acordó no bloquear el camino de su antigua provincia a la membresía de la Unión
Europea. Muchos otros países también rechazan la declaración de independencia
de Kosovo en 2008.
Rusia congeló la
cooperación militar con la OTAN poco después de que la alianza lanzó en 1999
incursiones de bombardeos a gran escala en Serbia.
Kosovo,
mayormente poblada por albaneses étnicos, se separó en una revuelta armada por
separatistas, durante la cual hubo indignación internacional por la brutalidad
de las fuerzas de seguridad serbias. La OTAN intervino cuando los civilies
huyeron en masa de los serbios, hacia los países vecinos.
Durante esa
intervención hubo un tenso enfrentamiento con tropas rusas en la capital,
Pristina, que se desactivó rápidamente.
Disputa
por tratado
En 2007, Rusia
suspendió su cumplimiento del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en
Europa (FACE).
El tratado, que
limita la cantidad de equipo militar clave en regiones designadas, fue firmado
por países occidentales y ex integrantes del Pacto de Varsovia en 1990. Fue
revisado en 1999 para tomar en cuenta a los ex satélites soviéticos que se
incorporaron a la OTAN.
Sin embargo, la
alianza -a diferencia de Rusia- se negó a aprobar las actualizaciones,
insistiendo que Moscú debía antes retirar las tropas que le quedaban en Georgia
y Moldavia.
La OTAN anunció
planes para desplegar una fuerza de respuesta rápida de varios miles de
soldados en el este de Europa, cerca a las fronteras de Rusia.
La fuerza,
compuesta de soldados de los países miembros en rotación, podría ser movilizada
en un lapso de 48 horas.
Semejante acción
socavaría aún más el FACE, aunque la OTAN insiste que la nueva fuerza no tendrá
nuevas bases permanentes.